Hace un año, junto a un grupo de científicas de Tucumán, co crearon Puna Bio, la primera startup que da respuesta a esta problemática. Mediante la investigación de bacterias de hace 3.500 millones de años pudieron desarrollar el primer bioinoculante extremófilo en el mundo. “Lo que hacemos son productos biológicos para la agricultura y lo que buscamos es incrementar los rindes de forma sostenible, complementando el uso de fertilizantes químicos, lo que permite la recuperación de suelos degradados, así como cultivar en suelos que antes no se podía”.